Rata negra (Rattus
rattus)
Llamada rata negra, común o de campo. Mide de 15
a 23 cm de longitud corporal y otros 17 a 28 cm de cola. Ágil y excelente trepador, viven en colonias
de varias familias, con un macho dominante habitando
preferentemente las copas de los árboles si se encuentra
en el campo o los tejados, buhardillas y graneros si
está en la ciudad. Desde estos puntos establece vías de
fijas de desplazamiento por tuberías, vigas o remates de
paredes hasta los lugares de alimentación. Es nocturno y
de alimentación omnívora. Las hembras tienen un celo
cada 4-5 días de los que durante dos son receptivas. Las
gestaciones de 21 días, resultando de 3 a 5 partos
anuales con una media de 5 a 10 crías por parto. Debido
a que son animales flexibles, agresivos, inteligente,
omnívoros y con una alta tasa reproductora, se
encuentran muy bien adaptadas a los hábitats humanos y
destruyen o contaminan alimentos, ocasionan daños
estructurales y son fuente primaria, u hospedadores
intermedios, de diversas enfermedades causadas por otros
organismos.
Roedor de mediano tamaño, que no suele sobrepasar los 250 gramos
de peso y que ocupa medios más rurales y menos humanizados que
su congénere la rata de alcantarilla o común, también llamada
rata parda (Rattus norvegicus), de la que se diferencia
por su menor tamaño y mayores orejas. Otro detalle para
diferenciarla es su larga cola, formada por característicos
anillos escamosos, de forma redondeada y una longitud que supera
notoriamente la de la cabeza más el cuerpo.
La rata campestre es originaria del sureste asiático, habiendo
ocupado Europa en tiempos históricos probablemente siguiendo al
hombre en sus primeras rutas comerciales, aun cuando se estima
que ya pudo venir en períodos posteriores a las últimas
glaciaciones. Desde Europa y tras el descubrimiento de América
se extendió por resto del mundo sirviéndose de los barcos, donde
viajaba como indeseado polizón, pasando a ocupar en tierra
–fundamentalmente- las zonas portuarias.
En España la rata de campo ocupa todo el territorio nacional,
incluidas las Baleares y Canarias.
De hábitos esencialmente nocturnos, aun cuando no es difícil
verla durante el día trepando por árboles o refugiándose entre
la maleza. La rata campestre no suele excavar madrigueras
subterráneas, sino que suele instalar sus habitáculos en los
huecos de los edificios y en las falsas de los tejados, aun
cuando también ocupa con sus madrigueras los huecos de las
raíces de los grandes árboles y en los lugares húmedos y
encharcados para aislarse del suelo y proteger así a su
descendencia acondiciona una especie de nidos, parecidos a los
de las aves, de forma casi circular y con una abertura lateral,
de 30 cms. de diámetro, que suele construir entre la vegetación
densa como zarzales, hiedras o cañaverales, aunque también puede
construirlos en árboles que cuenten con hojas permanentes y
abundantes follaje que los camufle.
La rata de campo es una especie omnívora, que consume cuanto
encuentra a su paso, aunque en el campo consume fundamentalmente
frutos y granos.
Es un animal sociable, que vive en grupos que suelen estar
dominados por un macho, aunque la jerarquía social no está muy
marcada. Es frecuente el canibalismo dentro de la especie.
Observación de ratas de campo silvestres llevadas a un
laboratorio, para el estudio del comportamiento durante la
preñez y lactancia, constató que la agresividad de la madre
aumentó conforme iba acercándose el parto, el cual se produjo al
décimo séptimo día de gestación. Desde que las crías nacieron,
la madre se mostró muy celosa y protectora; y nunca rechazó a
sus crías a pesar de que estas eran manipuladas diariamente,
para evaluar su peso y sus medidas de longitud cabeza-cuerpo.
Este mismo estudio destaca que no se presentó canibalismo de las
madres a las crías
(M. Williams de Castro,
A. Castillo y C. Rosas, 2002),
por lo que puede estimarse que el canibalismo que se produce en
la especie es de otros individuos ajenos a la madre, la que
desarrolla la conducta agresiva descrita conforme va aumentando
la preñez ante la conciencia del peligro que acecha a su
descendencia.
Muy curioso es el fenómeno conocido como rey de las ratas, por
el que pueden acabar entrelazándose por la cola varios
individuos, normalmente de 3 a 12, aun cuando se ha citado un
caso de 32 ejemplares entrelazados (J. Reichholf, 1995),
que quedan tan fuertemente entrelazados por alguna
desconocida causa que luego no pueden separarse
voluntariamente, terminando por morir de hambre y por las
heridas que recíprocamente se causan. El origen de este
fenómeno, admitido en la literatura científica y constatado
incluso en ejemplares cautivos de laboratorio, no es
conocido y se ha denominado con el nombre de rey de las
ratas por considerarse en la tradición popular que era el
rey de las ratas el que las amarraba y colocaba en esta
situación como castigo, para controlar la superpoblación de
ratas cuando escaseaba el alimento.
Pero si la rata campestre ocupa un lugar en la historia humana,
es por estimarse responsable de la llamada peste bubónica o
negra, de donde toma su nombre de rata negra, que fue la
responsable de la muerte de millones de personas en Europa a
mediados del S. XIV. Se calcula entre veinte y veinticinco
millones los muertos por esta epidemia, solo en Europa. Se
cuenta que uno de los primeros lugares en que se detectó la
epidemia fue Sicilia, en el otoño de 1347, donde unos marineros
genoveses al regresar de Caffa (Crimea) con pieles de marmota,
trajeron la enfermedad que posteriormente fueron extendiendo por
los diferentes puertos en que atracaban. Tan solo medio año
después, en la primavera de 1348, afectó a las Baleares y poco
después a la Península Ibérica y en 1349 afectaba ya a los
países del norte de Europa, ocasionando grandes mortandades.
La enfermedad se transmitía a través de las ratas, cuyo agente
ere un bacilo originariamente denominado Pasteurella pestis
y ahora conocido como Yersinia pestis (aislado en 1894 en
Hong-Kong durante una epidemia por el microbiólogo suizo
Alejandro Yersin, del que tomó su nombre). El bacilo pasaba al
hombre a través de las pulgas que vivían con las ratas y también
transportaban la bacteria. Por lo que en realidad se trata de
una epizootia de las ratas que se propaga al ser humano por
intermedio de los ectoparásitos de estos animales (la pulga de
las ratas llamada Xenopsylla cheopis).
Las variedades de ratas afectadas son tanto la rata campestre o
negra (Rattus rattus) como la rata parda o de
alcantarilla (Rattus norvegicus), aunque fue la primera
(la rata campestre) la causante de la epidemia en Europa al no
estar en aquélla época (S. XIV) extendida aún por el continente
Europa la rata de alcantarilla. En el ser humano, los parásitos
propios del hombre como la pulga (Pulex irritans) o el
piojo (Pediculus capitis, P. vestimenti) también
contribuían a la transmisión y expansión de la enfermedad.
La enfermedad no presentaba una única forma y podía presentarse
como una afección pulmonar, que causaba graves insuficiencias
respiratorias; como una septicémica (infección generalizada) con
hemorragias cutáneas, con placas de color negro azulado, de ahí
que se le conozca como peste negra; y, por último había una
forma que se conocía como peste bubónica, que era la más
frecuente, la que se caracterizaba por la aparición en el cuerpo
humano de unos bubones (ganglios linfáticos) en el cuello y la
ingle.
El Doctor José Manuel Reverte Coma, de la Facultad de Medicina
de la Universidad Complutense de Madrid, resume ilustrativamente
este dañino mal indicando como “no ha habido epidemia más
terrible en el mundo como la MUERTE NEGRA por la elevada
mortalidad que produjo y las consecuencias de todo tipo que
trajo consigo en aquel infausto s. XIV, en el que a la peste se
unieron el hambre y las guerras”.
El retroceso de la peste bubónica o negra, parece deberse a un
cambio de la forma del bacilo Yersinia pestis a otra
menos virulenta Yersinia pseudotuberculosis, que
actuarían como vacuna, dando un alto grado de inmunidad a la
peste (Castells y Mayo, 1993)